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Echoloop




El año pasado sucumbí a la modernidad y me compré un MP3. El vendedor que me atendió trató de venderme un MP4, pero tengo mala vista y para andar viendo leseras en una pantalla enana no vale la pena gastar plata. El MP3 lo necesitaba porque gasto gran parte de mi tiempo en micro o metro viajando de un lado de la ciudad al otro, y no soy lo suficientemente sociable como para ponerme a conversar con gente desconocida y pasar el rato. Así que me conformo con escuchar música y armar mis videoclips imaginarios con el entorno del viaje y el sempiterno susurro de mi imaginación.

Mi MP3 solo salía a la luz en el metro, porque ese era un lugar más seguro que la micro (un lugar donde han intentado robarme varias veces), y además solía encontrar algún asiento desocupado. Fue así como en el 2006 mis en mis viajes me acompañó el Rock y el Pop, pasando por la balada cebolla y el canto Gregoriano. Y es que me gusta mucho la música, sea del tipo que sea, menos las que tocan mis vecinos a chorrocientos mil Watts de potencia.

Sin embargo, todo cambió con el terrorífico TranSantiago.

Hordas y más hordas de sudorosos ciudadanos se apretujan a la hora que sea en las estaciones y carros. Sitios ideales para las bandas de flaites que atacaban en las micros y ahora tienen chipe libre en el metro.
Si antes apenas me atrevía a sacar mi MP3, ahora solo lo ocupo como pendrive y ando cargando archivos de aquí para allá.

Pero mis viajes continúan como antes, solo que ahora, sin poder controlarlo, trozos de canciones y melodías de la infancia aparecen dando vueltas por mi cabeza. Por ejemplo, recuerdo parte de un coro que cantábamos cuando era muy, muy chico:

...aguántate perro
que ya pasó
perro judío
malagradecí'o...

No. No fui al jardín en Colonia Dignidad. No tengo idea del origen de esta canción (que es una especie de correelanillo). Solo recuerdo que el que perdía recibía una lluvia de patadas en el poto. Mmm, de hecho, muchos de los juegos de la niñez terminan en patadas. Como el mítico Sooooooooooooool que jugábamos en el liceo donde cuando el perseguidor no podía seguir entonando la palabra protectora TODO el alumnado se le iba encima. Había cantaores que arrancaban a velocidad luz y otros que se hacían los indignados o los choros cuando uno iba a pegarle su patadita, pero no importaba la actitud que pusiera el pobre tipo, las chuletas le caían igual.

O la maldita canción de Denver, que cuesta un mundo sacar de la cabeza:

Denver, the last dinosaur
He's my friend and a whole lot more
Denver, the last dinosaur

Shows me a world I never saw before

Cachureando en Internet leí que la canción es una oda a la homosexualidad. Bueno, frases como He's my friend and a whole lot more o Shows me a world I never saw before dan para pensar, pero no me tomo muy en serio lo que pillo en Internet después de saber que existía este libro:




Aunque el capitulo que trata sobre como eliminar amenazas podría ser útil en las mañanas con TranSantiago...



5 comments:

Anonymous said...

Bueno, si tienes miedo de usar tu MP3, vuelve a tu "personal stereo" con esos típicos audifonos que parecían orejeras, creo que es la única forma que sigas disfrutando de la música que tanto te gusta :)

pv

Ludo said...

A decir verdad, ahora he visto gente usando audifonos gigantes "a lo DJ" enchufados a su MP3, MP4 o celular. Asi que las "orejeras" no son sinónimo de "antigüedad".
Igual de repente salgo con mi MP3 eso si... ;)

Anonymous said...

Divertido relato con respecto a los reproductores MP3. Una lástima que debido al transantiago la gente amiga de lo ajeno tenga tantas ventajas a la hora de expropiarse de los objetos de otros.

Menos mal que en caso de que no se use para escuchar música, se aproveche su función secundaria no pendrive, algo de lo que no pueden presumir los pendrive a secas.

También recuerdo muchos juegos de mi infancia, donde la mayoría consistía en comptenecias como colgarse de algo, hasta que el que caía primero recibía una buena ración de patadas, o esa especie de fútbol vuyo fin consistía en hacer pasar la pelota de papel por entre las piernas para poder dar patadas. No sé cual era la manía que tenía uno de estar golpeando a los demás a través de juegos. Ahora en cambio soy todo un pacifista.

La serie Denver la recuerdo en parte, aunque no recuerdo bien la canción. Igual ahora a cualquier cosa la asocian o le buscan un sentido homosexual, pareciera que la inocencia ya no existe más que en los niños, pero pequeños o cortos de edad, porque se han vuelto precoces en demasía.

Acerca de esos audífonos gigantes, me dí cuenta que son mejores que los otros ya que eliminan gran parte del ruido ambiental y permiten disfrutar de la música a volúmenes moderados, sin estar reduciendo la capacidad auditiva a largo plazo como los otros que se "insertan" dentro de los oídos, ya con los pequeños es necesario subir algo más el volúmen para que la intensidad de la música le gane a la intensidad de los ruidos aledaños, aunque mucha gente abusa, como aquellos que escuchan reguetón o rock pesado "a todo chancho" en las micros.

Ludo said...

Buen dato el de los audifonos, aunque en mi caso prefiero un volumen moderado y los modelos normales para no aislarme completamente del entorno. ¡Hay que estar atento a los bocinazos!

Anonymous said...

Yo también he usado siempre los modelos normales (tenía unos que tenían como forma de gancho pero se me perdieron junto a mi personal stéreo), debido a que venían incluídos y a que antes pensaba que aquellos audífonos enormes eran sólo para llamar la atención.

La idea que tengo es usar audífonos normales en los trayectos a pie o en micro, y unos grandes en lugares más seguros, porque además de que con estos se pierde parte del ruido ambiente, ¡uno tampoco escucha los pasos de gente con malas intenciones que se acercan por atrás en calles escasamente transitadas!

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