3/15/2007

Terror Absoluto




Hace poco termine de ver las 8(!) películas que componen la saga de Hellraiser. Para aquellos que el nombre no les suena, son esas películas de terror gringas en que el malo es un tipo pelado con mechas de clavos (suena paradójico, pero así es), quien tortura a la gente que tiene la mala suerte de invocarlo a través un cubo Rubik del infierno.



La saga se inició en los 80s, así que es de culto. Nunca había podido encontrar las primeras películas, luego que los VeHacheSes se extinguieran junto a los videoclubs del barrio. Igual, la primera no es tan terrorífica como me habían comentado y los efectos especiales dan lastima. El malo igual la llevaba pero fue guateando de entrega en entrega hasta que en la película 8 solo sale como villano invitado y ahí uno capta que la serie cayó tan bajo que el pelado hasta podría salir en un crossover con Freddy y Jason.


¿En que minuto le perdí el miedo a las películas de miedo?. La verdad no lo se. De chico este genero del cine me causaba pesadillas (la primera vez que vi Drácula no pude dormir) y lo evitaba a toda costa. Con los libros me iba peor, un primo tenia una colección del terror y como libro-adicto que soy, me los leí completos a pesar de que después andaba saltón y sudoroso (esta experiencia creó mi desconfianza hacia los gomeros después que leí una historia de como las plantas planeaban una rebelión contra la humanidad)

Luego siguieron los clásicos de la casa Hammer, con sus mansiones embrujadas y vampiros British. De aquí dí un salto al cine oriental de terror, cuando todo el mundo se puso a hablar del Aro (japones o gringo). Por lo novedoso del producto, en un principio convence pero luego aburre. La ultima decepción fue con The Host, que es, simplemente, estúpida.






Tal vez la respuesta a mi indiferencia radica en las experiencias que he ido acumulando a lo largo de la vida. Hay situaciones que todavía me provocan pesadillas. Afortunadamente, ya son menos frecuentes, pero si un cuento me dio aversión a los gomeros, la vida me ha provocado detestar los uniformes.

Y sin embargo, uso corbata.

Maldito dinero.


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